Mi taller

Mi taller es mi casa, mi casa es mi taller. Tengo un espacio en mi hogar para trabajar. Esto me da una tranquilidad muy importante para mí.

Aquí hago​ t​odo el proceso para crear mis piezas, a tempo lento y natural. Piezas utilitarias y decorativas: vajilla, jarrones, pequeñas esculturas. De formas sencillas, con alma, busco transmitir belleza y emociones positivas.

Trabajo básicamente al torno, y domino otras técnicas constructivas. Elaboro y aplico mis propios esmaltes. 



Trato de optimizar recursos, reciclando el barro, llenando bien cada hornada, cuidando el consumo de agua…

Tengo interés​ en desarrollar una producción más sostenible, minimizando residuos, utilizando un número menor de materiales y recursos, y priorizando el uso de materias primas locales.  ​​

Trabajo velando por mi propio bienestar, y transmito ese valor en cada pieza.

Prepárate un té y siéntate a leer cómo nace una pieza…

Cada pieza que sale de mis manos ha pasado por el proceso que te voy a explicar, me parece interesante e importante que lo conozcas, y así sepas un poco sobre este oficio.

Te pongo un ejemplo de piezas hechas al torno, pero hay muchas otras técnicas, y cada una tiene sus particularidades. Todas coinciden en algo: se hacen despacio.

Una vez tengo el barro que necesito, debo pesarlo y amasarlo.

Después modelaré las piezas al torno. No una sola, sino muchas más, hay que aprovechar la sentada. Una vez torneadas, las dejaré secar lo suficiente para poder retornearlas. Esto suele ser de un día para otro, o de la mañana a la tarde, depende de la estación, la humedad, y la temperatura ambiente. La naturaleza manda.

Hecho esto, las dejaré secar como más convenga. Si tienen partes ensambladas, como asas o pitorros, tendrán que secarse muy lentamente, tapadas con plásticos para evitar roturas o grietas en el proceso. Esto puede tomar días, o incluso semanas, si la pieza es grande, gruesa, está formada de varias partes, o el tiempo es húmedo y frío. Este proceso precisa mucha paciencia, cuidado y supervisión.

Una vez estén secas, haré la primera hornada, el bizcochado, a 980 grados. Esta cocción toma unas 9 horas, más otras 12 para que el horno se enfríe. Además, no se hornean una a una, tengo que llenar un horno, y esto es todo un arte… Las piezas están en su estado más frágil, y colocarlas para que entren el máximo de piezas y que no se rompa ninguna no es tarea fácil. Se pueden apilar porque no llevan esmalte, pero el peso puede hacer que se quiebren. Requiere mucha presencia y concentración. Y las cocciones son caras, hay que optimizar recursos para no gastar energía en vano.

Cuando las piezas salen del horno, acabaré de pulirlas una a una y limpiarlas de polvo antes de esmaltarlas.

Habré preparado los esmaltes, pesando y mezclando cada ingrediente con cuidado, para evitar errores y resultados no deseados.

Llega la hora de esmaltar. Pieza a pieza. Previamente habré calculado cuántas entrarán en el horno, y de qué manera colocarlas. Ahora no pueden tocarse entre ellas, el esmalte funde en la cocción y se endurece al enfriarse, y se quedarían pegadas. Cabrán muchas menos esta vez, pero también hay que colocarlas con sumo cuidado para que el esmalte crudo no se desprenda, cosa que puede pasar al menor roce.

Ahora, el fuego debe hacer su magia… pero cada hornada es un misterio! Dentro del horno hay muchos factores que pueden hacer variar el resultado… desde los componentes de los esmaltes y las arcillas, hasta la humedad o el volumen de carga del horno. Obviamente, a más experiencia, más conocimiento, pero también es un proceso largo y lento, en el que hay que tomar cuenta de muchas cosas cada vez, y a la vez. Esta cocción toma entre 8 y 13 horas para alcanzar la temperatura final, dependiendo si es baja o alta temperatura (1050 ​ó 1260 grados​), y puede tardar casi un día para bajar y que se pueda abrir el horno.
Et voilà, tras este “sencillo” proceso, abriré la puerta y mis manos sacarán de ahí un puñado de piezas para hacerlas llegar a las vuestras. Ya irán llenas, de presencia, de paciencia, de calma… y de los valores que mueven mis manos en este quehacer.

Solo faltará hacerles fotos, llevarlas a los mercados, mostrarlas en las redes para que sepáis de su existencia y que buscan un hogar… una parte muy importante, que lleva muchas horas también.

Alguna, seguro, quedará atrás porque no habrá quedado bien. Grietas, roturas, o fallos grandes en el esmalte, que están ahí para recordarme que no todo son éxitos en la vida, y para enseñarme a seguir adelante aceptando los fracasos. Así se aprende, así se crece.

Espero que estas palabras te aporten algo más que mera información. Gracias por leerme, y por apreciar mi trabajo.

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